Aprovechamiento del tiempo
Escrito por Mercedes Hoyos
Hoy en día, todo el mundo parece andar “acelerado”. Corremos todo el día: “es que no tengo tiempo”, “no pude llegar a tiempo”, etc.
Todos tenemos una vida, es decir, un tiempo en este mundo. Un tiempo que empieza a correr en el momento que somos concebidos, y termina con nuestra muerte. Hay quien tiene mucho tiempo y quien tiene poco… Pero mucho o poco, es nuestro deber aprovecharlo, ya que el tiempo pasa y no vuelve. El tiempo fluye continuo, y no nos es posible detenerlo, lo vamos agotando poco a poco y no hay vuelta atrás. Solo tengo una vida ¿qué hago yo con MI tiempo? ¿Vivo mi vida? ¿O vivo evadiéndome? Solo podré aprovechar mi tiempo de vida si logro tener una idea clara de lo que quiero y pongo los medios para lograrlo. ¡Hay tanto que hacer, aprender, lograr, compartir, amar!, ¿por dónde empiezo??
También hoy vemos al tiempo como un enemigo a vencer, porque tememos a la vejez, al deterioro físico, al futuro, a la muerte… Pero como dice Nuria Chinchilla, el tiempo más bien corre a nuestro favor, porque atascarnos en una etapa de la vida y no asumirla, es no querer crecer, no saber porqué se vive ni para qué.
Si tuviéramos una eternidad para hacer las cosas, nunca las haríamos, viviríamos posponiendo todo, sin comprometernos con nuestro crecimiento. Es importante tener conciencia de que la vida es muy corta, y que tenemos lapsos de tiempo específicos que van cerrando puertas, y que nos van haciendo avanzar a marchas forzadas.
Las nuevas tecnologías nos han acelerado la vida, todo es instantáneo, todo tarda segundos en llegar. Pero aunque esto suceda, nosotros necesitamos tiempo para pensar y hacer las cosas.
Cuando se nos demanda todo el día dar respuestas aceleradas a mil temas, vivimos en la inmediatez, inmersos continuamente en responder a todas las demandas que recibimos por medios electrónicos, a toda la información que queremos asimilar, y aparte, lo que tenemos que hacer en el día. Esto provoca que nuestra vida pierda sentido y profundidad. Vivimos solucionando. Como afirma la misma Nuria Chinchilla: “Nos falta tiempo para conocer, comprender, digerir y reaccionar con racionalidad frente a lo que está pasando”. “Lo urgente no deja tiempo para lo importante”.
No nos “desconectamos”, así que no hay un momento de paz, no nos relajamos nunca.
No podemos ir por la vida “improvisando”, porque cuando nos damos cuenta, ya “se nos fue el tiempo” y no hay marcha atrás. El tiempo tiene que servir para ayudarnos a afianzar nuestra identidad y, para eso, hace falta saber a dónde vamos. La misión es la que nos va a dar sentido y unidad en la vida. Hay que saber de dónde partimos y a dónde queremos llegar, y actuar de acuerdo a esta línea, priorizando aquello que nos va a llevar a cumplir esta misión.
Para priorizar nuestras actividades en el tiempo limitado que tenemos, debemos organizarnos, tener un plan que seguiremos en nuestra agenda, donde debemos organizar todas las actividades y aspectos de nuestra vida. La familia, el estudio, la espiritualidad, el trabajo, el descanso, los amigos, etc. Debemos colmar de sentido nuestro tiempo y darnos tiempo para nosotros mismos, para pensar, valorar, descansar, decidir y sobre todo, conocernos para saber qué queremos, de qué somos capaces y de qué no, etc. ¿Gastas el tiempo, lo “matas”, o lo inviertes??
Séneca lo expresó muy bien: “Mientras andemos errantes por todas partes, sin seguir los pasos de un guía, sino el estruendo y gritos disonantes que nos llevan a la distracción, la vida se nos irá acabando entre constantes errores y sin darnos tiempo a nada”.
“El tiempo es oro, porque es la vida misma”. Nuria Chinchilla