El acompañamiento en el duelo
Escrito por: Rocio Delong Tapia
El duelo es la respuesta a una pérdida o separación. Puede ser como dice Yalom “tan devastador y aterrador, porque confronta a la persona ante los cuatro conflictos básicos de la existencia: la muerte, la libertad, la soledad y la falta de significado”. Las personas que en su niñez temprana no han sido estimuladas y ayudadas a ser individuos, con una identidad propia, más tarde tienen problemas a desprenderse, tienden a aferrarse. Abocadas ante la muerte, se aferran a la vida, porque la muerte es la última separación, traspasar la última barrera.
El duelo, es aun hoy en día uno de esos temas tabú en el que no hemos sido educados, pues se evita hablar de ello, nos encontramos ante un pensamiento frágil producto del postmodernismo actual.
Antiguamente la muerte se vivía como un fenómeno natural, donde el que iba a morir era el protagonista de su propia muerte y giraba todo a su alrededor, hoy en día el moribundo está más sólo que nunca. Y al no ser educados a vivirlo sanamente, sino por la fuerza de la experiencia próxima.
Sin embargo la muerte nos pone irremediablemente en el misterio de la vida. Nos impone silencio, el silencio vacío y el vacío, reflexión inevitable sino lo evadimos de manera externa. Esa reflexión nos hace pensadores del sentido de la vida, de las relaciones humanas y del amor. No es un simple pensar, es un pensar sintiendo que provoca la posibilidad de engendrar sentido. Y así, enseñar a vivir y humanizarnos, porque hace surgir valores escondidos en el diario vivir, que surgen por el sentimiento más que por la razón y que provocan relación y acompañamiento.
Quién decide acompañar en un duelo debe estar consciente de la importancia, dureza e influjo del duelo sobre la vida entera, deben ser conscientes de su naturaleza, su función, su diversidad y su proceso.
Se ha investigado sobre las consecuencias de duelos no elaborados, y como puede repercutir en las personas hasta el extremo de cambiar sus vidas. Siempre reclama verdad. Quien se va a despedir de alguien, convendría recordarle que: recapitular el sentido de lo que se ha vivido con él, expresar con agradecimiento cuanto se ha compartido, entregado y recibido y una disposición a conservar el recuerdo.
Se debe vivir la propia muerte, que consiste en elaborar sanamente el duelo anticipatorio, hacer de la experiencia de pérdidas una oportunidad para buscar sentido en las relaciones interpersonales y valores.